El homenaje a Samuel Ruiz ante su tumba

por Notinúcleo Networks

Atrás del altar de la Catedral de este pueblo mágico, Francisco eleva la mano derecha a la altura de su frente, delicadamente la baja hasta el mentón, con la misma suavidad surca de izquierda a derecha y entrecierra los ojos y susurra “amén”.

Con esa bendición y una oración al pie de la tumba del obispo Samuel Ruiz García, el Sumo Pontífice reivindicó el nombre, prestigio y el trabajo pastoral de un hombre que aguantó los latigazos de la calumnia, persecución y el insulto hasta  de los suyos: “obispo rojo”, “comandante”, le decía al sacerdote, que religiosos jesuitas, como el Papa, ven en los honores que su hermano le brindó hoy aquí a don Samuel como su resurrección.

En ese íntimo momento que volvió a jalar la atención hacia a Ruiz García, fallecido desde hace cinco años, el Papa estuvo acompañado del obispo dominico Raúl Vera, que trabajó al lado de Ruiz García, en la recta final de su gobierno en la diócesis de San Cristóbal, desde donde don Samuel puso en marcha una pastoral indígena, que fue frenada por Juan Pablo II y por Benedicto XVI y reencauzada por   Jorge Mario Bergoglio.

Ayer, en una misa en el Centro Deportivo Municipal de este pueblo fundado por el conquistador Diego de Mazariegos en 1518, Francisco -que pudo escuchar las lecturas en chol, tzeltal y tztozil- terminó de darle el visto bueno a una nueva forma de liturgia en México: la posibilidad de que la misa se lea en las lenguas nativas.

En el altar montado para la ocasión, que no era otra cosa que una enorme réplica de cartón y tubos de la catedral que empezó a construirse en 1533, con indígenas comisionados a trabajar domingos y días festivos, el Vicario de Cristo compartió el lugar con los más de 200 diáconos permanentes que han sido ordenados en esta diócesis y que no son otra cosa más que hombres casados que pueden oficiar misa.

En ese mismo escenario, lleno de los vivos colores de las ropas que usan los tzotziles y los tzeltales de Los Altos de Chiapas, el Sumo Pontífice llegó a estas tierras, porque comulgó siempre con la pastoral de don Samuel, según el sacerdote Javier Ruiz, que durante años fue parte importante del equipo del cura nacido en el Bajío mexicano.

En su homilía, Francisco dijo que los pueblos indígenas han sido mareados por el poder, despojados de sus tierras y excluidos de la sociedad. El Papa señaló “cómo de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones”.

La discreta y breve reivindicación que hizo el papa Francisco al trabajo de Ruiz García, un sacerdote que llegó a Chiapas a principios de las década de los sesenta, que era un cura conservador y tradicionalista que tenía como compadres a los más acaudalados hacendados de la región y que sus objetivos eran que los indígenas aprendieran español y tuvieran zapatos, modificó su pensamiento, no solamente a partir del Concilio Vaticano II, sino a partir de las atrocidades que vio hacían sus compadres con los indígenas, recordó el sacerdote Ruiz.

En la misma Catedral, donde a partir del 24 de febrero de 1994 el obispo Ruiz García recibió a los representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional armados para su primer diálogo con el gobierno, hoy el Papa lo reivindicó.

Gonzalo Ituarte, un fraile dominico que ha trabajado durante 38 años en esta diócesis y que llegó a ser el vicario general con don Samuel, además testigo de la bendición que el Papa y su hermano Raúl Vera hicieron ante la tumba del obispo Ruiz, es de los que piensa que el hecho ratifica la pastoral desarrollada en Chiapas: “Es un señal eclesial de que el proceso de esta diócesis es legítimo, que está fundado en la Iglesia, en el Concilio Vaticano II y que su pastor, don Samuel Ruiz fue un hombre fiel a la Iglesia”.

En el marco de la reivindicación papal al obispo Ruiz García, una serie de ideas empiezan a permear. Una de ellas que en la década de los 70, cuando recientemente comenzaba la labor como obispo de Ruiz García, Bergoglio vino a Chiapas y aunque no se quedó en la diócesis, estuvo en la misión de los jesuitas en Bachajón y conoció del obispo.

Otros dicen que Samuel Ruiz era visto por el papa Francisco como un maestro. Lo que es cierto es que tanto el obispo Felipe Arizmendi, junto con Bergoglio y el obispo Raúl Vera, fueron los encargados de redactar el documento de Aparecida en Brasil, en 2007 y que el entonces arzobispo de Buenos Aires conoció de primera mano todo lo relacionado con la iglesia indígena inaugurada por Ruiz García y toda la mitología que en torno a él se decía, sobre todo en los albores del levantamiento armado de 1994 y hasta su muerte en 2011.

La catedral, en donde fray Bartolomé de las Casas comenzó la defensa de los pueblos indígenas, fue el escenario para una reunión que el Papa quiso tener con enfermos terminales de distintos padecimientos, a los que les dio palabras de aliento y bendijo una y otra vez.

Además de visitar el altar desde donde el obispo Ruiz García llamó una y otra vez a la búsqueda del diálogo y la negociación, Francisco aprovechó un tiempo de descanso para pasarla en la habitación que el obispo ocupó en la curia diocesana durante 40 años: un lugar sencillo, como fue aquel sacerdote que empezó siendo amigo de los hacendados y terminó siendo feroz denunciante en beneficio de los explotados, que aquí nadie descarta que pueda ser el principio de un camino a la beatificación de Ruiz.

Te puede interesar