La tragedia de san Pablito, Tultepec, Estado de México, ocurrida el martes pasado a las 3 de la tarde, con saldo preliminar de 32 muertos y 46 heridos, algunos de gravedad, es una desgracia más, producto del peligro latente que significa la elaboración de artefactos con pólvora, que luego son almacenados y distribuidos en tianguis y mercados para su venta.
Es frecuente que en fechas previas a las fiestas patrias o navideñas, como en esta ocasión, se registren percances de funestas consecuencias.
Si revisamos la historia reciente, comprobaremos con horror, que esta actividad ha cobrado la vida de numerosas personas y dejado con secuelas irreversibles a muchas más.
Por ahora desde luego, las autoridades están enfocadas a salvar la vida de los lesionados y como suele ocurrir en estos casos, una vez más, sale a relucir la ineficiencia e insuficiencia hospitalaria.
De las causas que originaron la explosión ni hablar. Las investigaciones que se hagan en definitiva no devolverán la vida a las víctimas ni la tranquilidad a sus deudos.
Lo que sí es importante, es analizar que la industria de la pirotecnia no tiene razón de ser y como alguien escribiera en las redes sociales:
-“yo soy ateo, pero por favor díganme en que parte de la biblia dice que hay que celebrar a los santos con cohetes”. Qué de menos, tratándose del nacimiento de Jesucristo.
Además, oportuno es recordar que el salvador, nació en un pesebre humilde y sencillo… y si los creyentes queremos conmemorar la navidad, no necesitamos fuegos artificiales, tampoco celebrarlo con borracheras o fiestas paganas, sino seguir su ejemplo de vida, y vivirla sin excesos, con dignidad y en paz…