Perfil de opinión lunes 6 de junio

por Notinúcleo Networks

Sin duda alguna la lluvia es una bendición, la esperamos  con ansias, porque es la única que acaba con el pequeño “infierno” en que se convierte el Estado por los numerosos incendios que están terminando con nuestros recursos naturales y porque también pone fin al sofocante calor que se siente antes de su llegada.

 

Sin embargo, el primer aguacero formal del inicio de esta temporada, por lo menos en Tuxtla Gutiérrez, se registró el pasado viernes, con los saldos conocidos inmediatamente después de que cesó la tormenta.

 

Numerosos árboles, anuncios luminosos y postes de acero derribados por los fuertes vientos por distintos puntos de la ciudad; embotellamientos vehiculares causados por la paralización de los semáforos, y lo peor, el fallecimiento de una persona cuando conducía su automóvil rumbo a Chiapa de Corzo.

 

El arrastre de escombro, piedra y lodo,  los encharcamientos y el taponamiento de alcantarillas,  hay que analizarlo por aparte. Es nada menos que “el premio” y el “reconocimiento” que nos da la madre naturaleza ante nuestra inconsciencia de seguir arrojando basura a diestra y siniestra a lo largo de todo el año.

 

Pero para no hacernos más recriminaciones, hoy,  recordemos al poeta Sabines cuando platicando con Tarumba le dice:

 

“La primera lluvia del año moja las calles, abre el aire, humedece mi sangre”. “¡Me siento tan a gusto y tan triste, Tarumba, viendo caer el agua desde quien sabe, sobre tantos y tanto!”

 

Hoy, también nosotros como el poeta, esperamos la lluvia con alegría y con tristeza… pero la tristeza que sentimos no es de nostalgia, sino  por la preocupación que nos invade por las desgracias que puede causar, como la pérdida de vidas, como ya nos ha ocurrido con los huracanes en los años recientes.

 

Hoy más que nunca, cobra vigencia  el vate chiapaneco  más sobresaliente de la historia contemporánea, cuando reflexiona:

 

“¡Ayúdame, Tarumba, a no morirme, a que el viento no desate mis hojas, ni me arranque de esta tierra alegre!”.

 

Hasta el siguiente comentario.

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