Rolando Matías tenía siete años cuando quedó atrapado entre los colores vibrantes de los globos que un día un hombre llegó a vender afuera de la escuela primaria “Club de Leones” donde estudiaba.
Ese día su vida quedaría marcada en uno de los oficios más antiguas y tradicionales, que se resiste a desaparecer.
A los once años, Rolando empezó a vender globos por las calles de Tuxtla Gutiérrez a cambio de una pequeña comisión y a los 15 ya vendía los suyos, siempre con entusiasmo y pasión.
El hombre de 51 años dice que la venta de globos le ha ayudado a sacar adelante a su familia y a pagar los estudios de sus tres hijos, a quienes ha inculcado el valor del trabajo honesto.
Aunque Rolando se dedica a la venta de globos desde hace cuatro décadas, concluyó hasta el tercer semestre de su carrera de Ingeniería Electrónica en el Tecnológico Regional, sin embargo, debido a la falta de estudios no pudo terminar la carrera.
El globero reconoce que las ventas han disminuido en los últimos años por la llegada de los móviles y el Xbox, y si antes vendía unos 25 globos al día, actualmente solo compran entre 3 y cinco.
Para don Rolando los días se ven a través de su ojos de muchos colores y asegura que cada día se muestra optimista con sus ventas y el trabajo que desempeña con orgullo lo ha llevado a recorrer 74 municipios de Chiapas.
Señala que sus mejores días de ventas son el 10 de mayo y el 15 de febrero, cuando ha conseguido vender todos los globos a una sola persona en apenas unos minutos.
Rolando no olvida su infancia y por eso ha regalado globos a niños en situación de pobreza y calle. “Lo hago con el corazón y porque sé que los globos alegran a los más pequeños”.
Fotos y texto: Issa Maldonado