“Los mexicanos no son nuestros amigos…”, ha declarado Donald Trump, y nos ha tratado de violadores, estafadores y traficantes. Sin embargo, vino a nuestra tierra sin ninguna vergüenza ni pudor.
Desde que se volvió figura pública, siempre dijo que no quería nada con México, más que construir un muro impenetrable para que, según él, los mexicanos dejemos de estafar a su país.
El candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, se ha ganado a pulso el rechazo de la comunidad latina por su odio y su racismo.
Lo que haya tratado en la reunión privada que sostuvo con el primer mandatario del país, poco importa…
Lo que sí importa, es que personajes de la calaña de Trump se burlen de la soberanía mexicana en nuestra propia casa.
Lo más grave es que haya sido invitado, tratándose del rufián que es.
Por donde veamos, lo que ocurrió el día en su reciente visita, no tiene precedentes en la historia… ni tiene nombre.
No se nos ocurre un calificativo que pueda cuantificar la magnitud de la afrenta para el pueblo mexicano.
Pero, “peores cosas veremos” dice la biblia…y ésta es quizás, una de ellas…