Perfil de opinión, jueves 17 de noviembre

por Notinúcleo Networks

Ahora que inauguran la primera etapa de remodelación del boulevard Belisario Domínguez de Tuxtla Gutiérrez y se ha anunciado que la segunda reanudará en enero próximo, vale la pena que quienes tienen el poder de decisión analicen la posibilidad de devolver a Tuxtla el distintivo que le dio identidad durante muchos años: la emblemática fuente mactumatzá, con sus orejitas de conejo, en el principal crucero de la salida poniente de la ciudad.

 

Lo mismo podríamos referirnos a los antiguos palacios de gobierno federal y estatal, de la primera biblioteca pública, del teatro Emilio Rabasa anterior al actual, del arco que se encontraba en la entrada oriente en el año de 1941 y tantas otras obras de invaluable valor arquitectónico que tuvo el Tuxtla de antaño.

 

Solo por citar algunos ejemplos, hay  ciudades como Chiapa de Corzo con su fuente colonial conserva su rasgo histórico y que hasta  le ha dado el rango de patrimonio de la humanidad,  o Huimanguillo, un pueblo pequeño en el vecino estado de tabasco, con su monumental piña en su entrada principal, como símbolo de la principal actividad agrícola de ese municipio.

 

No es posible que Tuxtla Gutiérrez, siendo capital de nuestro estado, carezca de un distintivo histórico, porque la gigantesca pochota de la salida poniente ya no existe; la carreta erigida a unos cuantos metros es solo un referente. La Diana cazadora en la salida oriente, la fuente del magueyito en la doceava poniente cerca de la quinta norte o el reloj floral en el inicio del boulevard los laguitos, solo son adornos que no trascienden lo suficiente para representarnos.

 

Hoy en día y a casi  diez años de que fue destruido nuestro único emblema, todo mundo sigue nombrando a “la fuente”: funcionarios públicos, comunicadores, visitantes del interior del estado, empresarios, transportistas,  amas de casa, etc. etc., se refieren a ella como si siguiera existiendo, quizás porque en su mente y en su corazón nunca ha desaparecido. Y es que, tal parece que la nostalgia es más fuerte que la realidad…

 

Por eso, señores, al reiniciar la segunda etapa del boulevard poniente, tienen la privilegiada oportunidad de reparar el daño cometido por autoridades pasadas.

 

Edifiquen de nuevo la fuente con sus orejitas.

Y honren  al viejo Tuchtlán…  a nuestra ciudad de los conejos…

 

Estamos seguros que los tuxtlecos de corazón de hoy y las futuras generaciones, se los agradeceremos por siempre…

 

Hasta el siguiente comentario.

 

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