Primero fueron los combustibles, luego la energía eléctrica para uso industrial y domiciliario de alto consumo, ¿después que sigue?
Los incrementos de precios están a la orden del día y no hay para cuando veamos llegar una buena, como resultado de las reformas estructurales tan aplaudidas en su momento.
Lo cierto es que, el pacto firmado en diciembre de 2012 entre los dirigentes de los principales partidos políticos y el gobierno, no han arrojado las bondades esperadas.
Si las reformas educativa y laboral, hubiesen sido positivas, no tendríamos la protesta magisterial apoyada por otros sectores y que tantos dolores de cabeza nos ha causado.
Hubo modificación fiscal y ahora tenemos recorte de presupuesto en perjuicio del sector social.
Se adecuó la ley energética y los resultados son aumento a los precios de la tortilla que se elaboran con gas, a las gasolinas y a la energía eléctrica que, indudablemente, repercutirá en los consumidores.
El fracaso de estas leyes está a la vista, mientras que los diputados y senadores que las aprobaron, están más preocupados por el futurismo político que por enmendar sus errores.
¿Y la población?, bien gracias…“pagando los platos rotos”