Ya era hora que las autoridades policiacas metieran acelerador a fondo para combatir la proliferación de cantinas clandestinas, pues a pesar de que se trata de un asunto que tendría que ser atendido por los ayuntamientos, la mera verdad esas autoridades han quedado totalmente rebasadas porque hay mucho dinero en juego, producto de sobornos, de otra forma no se podría entender la operación de estos negocios.
Y como no, si ese giro es de los más redituables pues hablamos de delitos como trata de personas, corrupción de menores y lenocinio.
Apenas en Cintalapa la fiscalía asestó un duro golpe a una de estas cantinas clandestinas donde encontró que hasta cuartos se rentaban en ese establecimiento para ejercer la prostitución y de paso se rescató a una jovencita de 16 años que era obligada a laborar.
Y lo de siempre, la encargada del lugar manifestó que no contaba con ningún permiso de funcionamiento ni de venta de bebidas alcohólicas.
El chiste ahora es no bajarle la guardia si es que realmente se pretende llevar a cabo una guerra sin cuartel contra esos giros que fomentan la denominada esclavitud del siglo XXI, aunque lo malo es que quienes lo controlan ya le llevan mucha carrera a las autoridades y mucho dinero repartido para que les permitan hacer lo que les plazca…