De 300 circos que operaban en nuestro país, hoy en día solo quedan 35, declaró a la prensa en Tapachula, Antonio Flores, director general del famoso y legendario circo Atayde hermanos.
La causa, la nueva legislación que prohíbe la presencia de animales en los espectáculos de estas empresas itinerantes, que con su ausencia nos llenan de nostalgia principalmente a los adultos que en nuestros años de infancia fueron el único medio para conocer los tigres de bengala o los leones y los elefantes africanos amaestrados y otras especies de la fauna mundial.
La ley de referencia fue promovida por un partido que de ecologista no tiene nada, pero que consiguió el consenso de los legisladores que son más “papistas que el papa”, cuando se trata de temas de moda.
Si su fundamento fue el supuesto maltrato de los animales en los circos, antes debieron pensar en el sufrimiento de los toros de lidia o los caballos rejoneadores, en los gallos de pelea que son degollados en los palenques. En las yuntas que para jalar la carreta o el arado reciben más de cien latigazos al día o en las aves que les sirven en los banquetes, en las reses convertidas en filetes que degustan en los restaurantes de lujo, etcétera, etcétera.
ah! Pero las modas son las modas y nuestros líderes políticos actuales son glamorosos y superficiales, por eso no les importó quitarles la oportunidad a las nuevas generaciones, que la única opción que tendían para conocer a los grandes felinos que solo existen en otros puntos de nuestro planeta, eran los espectáculos circenses. Además de que miles familias se quedaron de “golpe y porrazo” sin ingresos para la subsistencia diaria, porque perdieron su empleo…
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