Los mini accidentes cerebrovasculares se relacionan con la fatiga prolongada, pero el cuerpo rara vez grita lo que la mente calla. En vez de un colapso dramático, muchas veces el cerebro simplemente susurra: un olvido, un parpadeo de desorientación, una fatiga que no se va.
Esa pesadez constante, ese cansancio que no se quita, podría ser el eco silencioso de un micro derrame cerebral que nadie supo ver a tiempo.
Una investigación publicada por la revista Neurology, revela que personas que han sufrido mini accidentes cerebrovasculares, también conocidos como accidentes isquémicos transitorios (AIT), pueden experimentar fatiga patológica durante meses, incluso si los síntomas iniciales pasaron desapercibidos.
¿Qué es un mini accidente cerebrovascular y por qué pasa desapercibido?
Un mini accidente cerebrovascular, o AIT (accidente isquémico transitorio), es un episodio en el que el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe brevemente. A diferencia de un ACV completo, el daño no es permanente y los síntomas pueden durar apenas unos minutos. Lo inquietante es que, al no dejar secuelas evidentes de inmediato, estas pequeñas fallas cerebrales suelen ignorarse, tanto por el paciente como por los médicos.
Lo irónico es que, a pesar de su “mini” denominación, estas interrupciones son una advertencia seria de que el sistema nervioso está en crisis. El estudio destacado que un 30% de quienes han sufrido un AIT pueden experimentar fatiga patológica durante al menos 12 meses, incluso sin evidencia visible en una resonancia magnética.
¿Cómo se relaciona la fatiga prolongada con los micro derrames cerebrales?
La relación entre fatiga crónica y ACV no es solo anecdótica, es fisiológica. Estudios señalan que esta fatiga no es psicológica, sino un resultado directo de cambios en la química cerebral tras un AIT, particularmente en regiones asociadas al control motor y la alerta.
Las alteraciones en la conectividad neuronal tras un micro derrame pueden disminuir la capacidad del cerebro para mantener niveles normales de energía. Es una especie de cortocircuito funcional: aunque todo parece estar bien, hay un desgaste constante que impide la recuperación. Según los investigadores, esta condición no mejora con el descanso, lo cual la distingue del cansancio convencional.