Todas las celebraciones y tradiciones, con el paso de los años se han modificado y adaptado a los tiempos y generaciones actuales. Lo mismo ha ocurrido con el Día de Muertos, en donde una de las actividades más representativas es la pedida de calabacita.
Las familias se reúnen y disfrazan para en conjunto recorrer calles de sus colonias y pedir dulces de casa en casa. Los disfraces suelen ser de personas de caricaturas o películas hollywoodenses (principalmente), sin embargo, quienes promueven las tradiciones zoques, invitan a modificar los disfraces y optar por personas de leyendas chiapanecas.
“Esas vivencias están en la memoria, los jóvenes que está bombardeados por las cuestiones extranjeristas, la revoltura con Halloween… vienen a contaminar la esencia de esta manifestación cultural, les recomendaría a los jóvenes, si bien es cierto lo del disfraz ya no se puede erradircar, que buscaran un disfraz que tenga que ver nuestra idiosincrasia, el sombrerón la tichanila”, expuso Armando Ovilla selvas, ramilletero en la mayordomía zoque de Tuxtla.
El Día de Muertos es reconocido desde 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, desde esa fecha a la actualidad con el contexto del capitalismo global las celebraciones dedicadas a los muertos son transformadas en espectáculos o en mercancía para el turismo por parte de los gobiernos.
Entre las modificaciones que se observan de Halloween y Día de Muertos son su enfoque, ya que el primero se orienta en el terror y el Día de Muertos al recuerdo. Sin embargo, la globalización ha provocado una fusión cultural, donde a menudo se mezclan símbolos de ambas festividades.
Informa: Lizbeth Leyte